Durante casi aproximadamente 800 años se desarrolló en la
India un forma de panteísmo conocida actualmente como hinduismo. Hacia el año
300 a.C. ésta grana civilización oriental dio un giro a su cosmovisión ya que
fue transfigurándose la religión védica, propia de las castas sacerdotales de
élite, hacia una especie de “protohinduismo” donde las deidades se desprenden
poco a poco de sus filiaciones naturales para acoger nuevas fuerzas y representaciones
diversas que dan lugar al actual hinduismo.
Así, los ciclos temporales del universo acogen la forma de
sus principales deidades: Brahmá, el creador; Visnú, el preservador; y Shivá,
el destructor. Estos tres dioses
simbolizan los valores más elevados de la cultura en mención, además de
representar las más elevadas ambiciones espirituales de sus adeptos; aunque hay
que aclarar que con el tiempo Visnú y Shivá van adquiriendo mayor
preponderancia que Brahmá, dando origen a las dos sectas más representativas
del hinduismo: el vaishnavismo y el shaivismo.
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